RELEERNOS, RELEERLES...
Como tantas veces en la vida hace falta releernos
para encontrar sentido a tantos desatinos pasados. Por ello, tras un tiempo de
parón creativo y sequía tecnológica he decidido, por fin, buscar tiempo para
dedicarlo a una bitácora que, en forma de blog, me permita destilar la
indignación, la perplejidad y el enfado sumo que me corroen en estos convulsos
tiempos que nos obligan a vivir.
Y digo obligan y no "nos ha
tocado" porque incluso en la más mísera de las tómbolas, en el más
recóndito y paupérrimo pueblo de nuestra requemada geografía cuando algo te
toca te toca algo, aunque sea un perrito piloto o una muñeca chochona. En esta
rifa no hemos comprado los números, el sorteo estaba amañado.
En estos últimos años he tenido que releer,
sin prescripción facultativa, los acontecimientos que se han ido sucediendo sin
que consiga salir de mi perplejidad. Nunca antes se han dicho tantas cosas
carentes de sentido ni se han tomado medidas que hayan acarreado tan nefastas
consecuencias.
El Estado representando por los políticos,
elegidos democráticamente, se ha convertido en una jaula de grillos,
comunicados, desmentidos, análisis y contraanálisis que han dejado a una
ciudadanía bajo los efectos del doping - sin haber catado un mal chuletón
regado de clenbuterol -, y sin fuerza suficiente para subir los escalones de
las oficinas del INEM, único lugar donde gregarios y líderes comparten la
suerte de todo el pelotón.
La economía del común de los mortales ha ido
de mal en peor y por vasos comunicantes ha mejorado, hasta la nausea, la de una
minoría, nada común que ha visto sus fortunas engordar hasta la obesidad
mórbida. Alguien tendrá que explicar, cuando desclasifiquen los documentos de
esta etapa de la historia, como se producen errores de bulto que hacen subir y
bajar a la Bolsa y ascender como la espuma el diferencial entre los bonos de la
deuda española con respecto a la alemana, para que los escuálidos volvamos a
hacer el primo.
Releer y volver a hacerlo para entender cada
vez menos.
Espero que entre todos podamos dar “a luz” a
esta hidra de siete cabezas que esta pulverizando nuestras pelvis.
No puedo estar más de acuerdo contigo. Al parecer vivimos en un barco a la deriva, en el que sólo nosotros, los plebeyos, podemos dar un giro al timón, para evitar que se sigan perdiendo las especies que tanto trabajo nos ha costado cultivar, y que unos pocos están malvendiendo para su beneficio.
ResponderEliminarCreo que depende de nosotros para esta impunidad e inmunidad...
Un abrazo.